La obligación de confidencialidad es el deber legal, ético y contractual que tienen los trabajadores, directivos y, en muchos casos, los terceros vinculados a una empresa (colaboradores, proveedores…) de no divulgar ni utilizar indebidamente información a la que tienen acceso en el desarrollo de su actividad profesional.
Este deber protege el secreto empresarial, la información y los datos personales de la empresa, su reputación de la empresa y confianza en las relaciones laborales.
La información confidencial no siempre está expresamente clasificada como tal, pero puede incluir:
- Planes de negocio y estrategias comerciales.
- Datos personales de personas trabajadoras, contactos, clientes y proveedores.
- Información financiera interna.
- Listados de clientes o proveedores.
- Procedimientos internos, algoritmos, fórmulas o know-how.
- Proyectos en curso y desarrollos.
- Acuerdos, contratos y negociaciones en curso.
¿Cuál es el alcance legal de esta obligación?
- En la relación laboral
- Antes del contrato: ya puede exigirse confidencialidad, por ejemplo, durante procesos de selección o entrevistas especialmente si se va a contratar a una persona para un proyecto concreto sobre el que haya que facilitar información previa.
- Durante la relación laboral: el deber de confidencialidad es generalmente implícito, incluso si no hay una cláusula específica en el contrato. En todo caso, siempre se aconseja que se firme un acuerdo de confidencialidad.
- Después de finalizar la relación laboral: el deber de confidencialidad suele permanecer vigente, especialmente respecto a información sensible que pueda causar perjuicio a la empresa.
- Por contrato: cláusulas de confidencialidad y NDAs
Muchas empresas incluyen cláusulas de confidencialidad en los contratos laborales, o firman acuerdos separados, conocidos como NDAs (Non-Disclosure Agreements). Estos documentos:
- Definen qué información es confidencial.
- Establecen plazos (a menudo de 2 a 5 años post contrato).
- Determinan sanciones en caso de incumplimiento.
- A veces incluyen compromisos adicionales, como la no competencia.
¿Qué sucede si se incumple dicha obligación de confidencialidad?
Las consecuencias pueden ser graves y abarcar:
- Despido disciplinario (en el caso de empleados)
- Reclamación de daños y perjuicios
- Demandas judiciales por violación de secreto empresarial (si es que la información es susceptible de secreto), por competencia desleal u otros motivos.
- Sanciones penales si se trata de delitos (como revelación de secretos o uso indebido de datos personales).
A veces la violación de la confidencialidad no es intencionada pero sí negligente. Existen numerosos ejemplos en nuestros tribunales de personas que se llevan información de la empresa para un uso no malicioso sin ser conscientes que están cometiendo un delito. Aquí un ejemplo de una trabajadora que envió a su marido una información sensible de su empresa sin intencionalidad de causar daño. La trabajadora fue condenada por delito de revelación de secretos.
En muchos países, existen leyes específicas que protegen el secreto empresarial, como la Ley de Secretos Empresariales en España, que protege el secreto siempre que se cumplan unos requisitos:
- Que la información sea verdaderamente secreta, es decir, que sea de conocimiento limitado.
- Que tenga valor comercial.
- Que se hayan adoptado medidas para su protección.
La obligación de confidencialidad no sólo abarca al secreto empresarial, sino a toda la información confidencial de la empresa.
Consejos y buenas prácticas para personas trabajadoras y empresas
Para personas trabajadoras:
- Leer los NDAs o cláusulas de confidencialidad firmadas (no sólo de la empresa sino a veces también de los clientes para los que se presta servicios a través de proyectos concretos).
- No sacar información (ni física ni digitalmente) sin autorización de la empresa.
- No compartir información laboral en redes sociales.
- Evitar hablar de temas sensibles en espacios públicos (los trenes, los coworkings y otros espacios abiertos se prestan a escuchar conversaciones de contenido confidencial).
- Consultar antes de usar datos o contenidos fuera del entorno laboral.
Para empresas:
- Redactar cláusulas claras y específicas en los contratos.
- Clasificar internamente la información según su nivel de sensibilidad.
- Formar a los empleados en protección de datos y seguridad informática.
- Restringir el acceso a información sensible solo al personal necesario.
- Firmar NDAs con proveedores, freelance, colaboradores y otros terceros.
La obligación de confidencialidad no es solo una formalidad legal: es una herramienta clave para proteger los activos intangibles de una empresa y asegurar relaciones de confianza.